Hoy no solo celebramos años de trabajo; celebramos un compromiso ético, social y humano. Este programa nació con la convicción de que la violencia familiar no es un destino irreversible, sino una realidad que puede transformarse con acompañamiento profesional, políticas adecuadas y una comunidad involucrada.
En estos 25 años, cientos de personas han encontrado orientación, contención y herramientas para reconstruir sus vidas. Equipos interdisciplinarios, aliados institucionales han permitido sostener intervenciones, capacitaciones y campañas que hoy son referencia en la región.
Agradecemos profundamente a quienes formaron y forman parte de este camino: profesionales, instituciones y, de manera especial, a las familias que confiaron en nuestro trabajo. Sus historias son la razón de nuestra existencia.
Esta trayectoria, nos invita a mirar hacia atrás para valorar lo construido, pero también a mirar hacia adelante, reflexionando sobre los desafíos actuales: nuevas formas de violencia, mayor complejidad en las intervenciones, y la necesidad de fortalecer redes comunitarias y políticas públicas.
Gracias por acompañarnos en este camino de 25 años en defensa de la vida, la dignidad y los derechos.







